Las ensaladas siempre han tenido fama de aburridas y soseras. Han ocupado, en infinidad de ocasiones, el puesto de guarnición abandonada en el plato de muchos bares. La imagen de la triste lechuga con cebolla y un trozo de tomate ha dado paso a buena cantidad de combinaciones capaces de exponenciar a esta mezcla de vegetales a categoría de autor.
Abre la nevera, mira lo que tienes y dale rienda suelta a la creatividad cortando, aliñando y añadiendo los ingredientes que más te fascinen. Hacer un buddha bowl es como mirar el armario y elegir qué prendas quedan bien con qué. La moda y la mesa se dan la mano en este plato.
En mi nevera/despensa había:
- Albóndigas de Casa Mas
- Un aguacate
- Unas hojas de espinacas
- Espelta
- Hummus de garbanzos
- Tomates cherry
- Col lombarda
- Sésamo negro
He hervido la espelta; se cocina como si fuera arroz y me encanta el sabor que tiene este cereal porque me recuerda, ligeramente, a la almendra. Mientras se hervía he cortado el aguacate en láminas, los tomates por la mitad y la col lombarda en tiras finas.
Coloca los ingredientes en el bol separados; primero las hojas, la espelta, las albóndigas Casa Mas, la col lombarda y los tomates. Por último el hummus y las semillas de sésamo negro. Alíñalo con una salsa de yogur sobre las hojas o una vinagreta de mostaza. El hummus hace la función ‘mayonesa’.
Lo reconozco, me he vuelto adicta a los buddha bowls. Si tú todavía no te has estrenado en el arte de las ensaladas a otro nivel, pruébalo y engánchate a la moda más divertida y saludable.